sábado, 9 de mayo de 2015

EL SACRAMENTO DEL PERDÓN - APOLOGÉTICA


Sacramento de la reconciliación: La Penitencia

Marcos 2:7 ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? 

Antes de cualquier arrogancia clerical debe quedar claro que sólo Dios perdona los pecados. Lo santo es decir: “Padre, perdóname, he pecado”, acudiendo a la divina gracia del Salvador. El Vaticano se adueñó del perdón de los pecados para incrementar su poder terrenal (Nehemías 1:4-11) (Daniel 9:3-19) (Esdras 9:5-10; 10:11) (Marcos 2:10) (Lucas 5:21).

Juan 20:22 Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.
20:23 A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.

Cuando Dios perdonaba pecados, los apóstoles tenían el poder señalar como perdonados o no a los que se arrepentían, en su ministerio de la reconciliación y la condenación (Mateo 18:18). Algunos hipócritas hasta fueron castigados duramente por pretender jugar con el perdón de Dios, con la redención (Hechos 5 1:11). Los apóstoles discernían y confirmaban quien era quien, mas el perdonador siempre es el Redentor.  A más de un pecador le dijeron que Dios no lo iba a perdonar, por su cinismo, porque todos los domingos pedía perdón por la misma transgresión, por ejemplo. Ningún cura se sentará en el trono del Perdonador. Como estos versículos (Juan 20:23) no son fáciles de comprender a primera vista, es obligatorio buscar más luces en otras expresiones de la Biblia. En toda la Escritura sólo Dios perdona pecados, no hay un ejemplo en contrario, obviamente (Marcos 2:5). Cuando Jesús perdonaba pecados los apóstoles no participaban ni participan del perdón en sí (Lucas 7:49-50) (1 Timoteo 2:5). El único que sana, salva, perdona y purifica es Jesucristo (Mateo 8:16) (Lucas 14:4) (Juan 6:37) (Mateo 3:11) (Hechos 4:12) (Romanos 11:21) (Hechos 2:38) (2 Crónicas 6:21). Jesucristo lo es todo (Juan 1:14).

Isaías 43:25 Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.

Salmo 32:5 Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.
Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová;
Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.

Históricamente ha quedado claro que el Acto de Contrición ha sido totalmente estéril, nada cambia. El sacerdote le perdona cien veces los pecados, y a veces el mismo pecado, al bautizado, y nada sucede al interior del corazón, nada. El emocionalismo, la circunspección del rito, la seriedad del momento, la beatería instalada han sido infecundas. La solución es el arrepentimiento total de todos los pecados y del estado de pecado y la conversión profunda a Jesucristo, subordinándose a la voluntad del Padre, en el ministerio de Dios Espíritu Santo (Isaías 1:25). Ese lamentable y jocoso fariseísmo se combate con la llenura del Espíritu Santo, que eluden especialmente cada fin de semana (Hechos 4:31). Si bien el perdonado pone cara de ángel al salir del confesionario, la pureza no le dura más de diez minutos, a veces menos (Mateo 23:27). Cuando un bautizado se confiesa debe poner cara de triste y creerse todo el guión (Juan 5:40).

Una curiosidad del Catecismo de la Iglesia Católica Nº 431.
“Puesto que el pecado es siempre una ofensa hecha a Dios, sólo Él es quien puede absolverlo”. ¡Por la misericordia de Dios hasta el catecismo católico puede tener una expresión luminosa y verídica!

“Cometemos pecado mortal cuando transgredimos un mandamiento de Dios en una materia grave, con pleno conocimiento y deliberado”, Catecismo católico, (Lucas 11:46). Los pecados mortales imperdonables más conocidos hasta ahora son: torturar y matar a supuestos herejes (Mateo 5:22), perseguir y destruir al prójimo (Mateo 26:52), tener un ejército papal, las infames cruzadas en nombre de Dios, la evangelización con una espada y chantajes, el robo de oro y de otros (Mateo 6:25-26), fusionarse con el Estado, ser clasistas y racistas (1 Juan 3:13) , arrojarle agua bendita a dictadores y homicidas, darle protección y pasaportes a los nazis, explotar a los pueblos originarios y a los débiles, el secretismo milenario, el desatado sexo parroquial (Éxodo 19:22), el lavado de dinero (Éxodo 20:15), el encubrimiento hasta el fin del mundo, trabajar codo a codo con mafiosos y masones (1 Juan 2:15), comprar acciones en la bolsa de valores con un rosario, el homosexualismo clerical desenfrenado (1 Tesalonicenses 4:4), invertir en Wall Street encapuchado (1 Pedro 1:15), fornicar y embriagarse con los poderosos, el paganismo refinado y su rentabilidad y la satánica pederastia, entre tantos otros (Mateo 23:13) (Mateo 23:32). El pecado mortal trae el castigo eterno (Mateo 7:23). El Vaticano casi no participa de los pecados veniales (Mateo 23:24). Dios no absolverá a Roma (Apocalipsis 17:9). Este es el Romano Pontífice (1 Juan 2:6) que quiere perdonar pecados y guiar el rebaño, sin sonrojarse (Mateo15:14). El pecador debe acudir sólo a Jesucristo y nada más (Salmo 32:5) (1 Juan 1:9). El católico común extravía la gracia santificante todos los días, y hasta la muerte, sin importar lo que haga. El pecado mortal más amado es faltar a la misa. El 95% de los bautizados no cumple con este estricto mandamiento. Va a faltar fuego en el infierno para tanto condenado. Los otros pecados mortales populares son más pícaros y coquetos.

EL CAMINO CORRECTO ES:
-Arrepentirse de todos los pecados, de vivir en pecado (Mateo 4:17).
-Aceptar después a Jesucristo como Señor y Salvador (Hechos 3:19).
-El discípulo se bautiza libremente, en conciencia (Mateo 28:19) (Hechos 2:45).
-El discípulo busca la llenura del Espíritu Santo (Tito 3:5-6) (Hechos 4:31).
-Pedirle perdón a Dios directamente por los pecados (Mateo 11:28) (1 Juan 2:1) y purificarse cada día (Mateo 5:48) (Isaías 1:25).

Como con el perdón de los pecados no es suficiente hay que completar la bufonada con penitencias (1 Juan 2:2). Después del mecánico perdón del sacerdote el bautizado queda igual, y con unas miserias que con los años se arraigan (Eclesiastés 12:1).

Elementos vitales de la purificación genuina o “penitencia genuina permanente” son, entre otros:
- Escudriñar las Santas Escrituras (Juan 5:39)
- Orar sin cesar por la limpieza del alma y por el prójimo y ayunar y vigilar (1 Tesalonicenses 5:17) (Mateo 17:21)
-Predicar la Palabra del Señor (Hechos 1:8)
-Apreciar las profecías (1 Tesalonicenses 5:20)
-Apartarse del mal (1 Tesalonicenses 5:21)
-Preocuparse por el prójimo (Hechos 2:45).

Mateo 9:6 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados..

La potestad -que nunca será traspasada o delegada a seminaristas pecadores- para perdonar pecados, sólo reside en Cristo Jesús.

Salmo 25:18 Mira mi aflicción y mi trabajo,
Y perdona todos mis pecados.

Salmo 86:5 Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador,
Y grande en misericordia para con todos los que te invocan
.

El único perdonador en toda la Escritura es el Señor, y no hay más.

Colosenses 3:13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.

Así como el misericordioso Cristo perdona nuestros pecados una y otra vez cada vez que le confesamos con sinceridad nuestras ofensas, nosotros, debemos ser perdonadores con el prójimo, soportándolo con mucho amor, cuando sea necesario.

1 Juan 1:9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 

Si le confesamos nuestros pecados a Jesucristo, el es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, una y otra vez, con la honestidad y la predisposición como los únicos requisitos. El sentido común le dice al ser humano quien es el genuino y potente perdonador y transformador.

NO SEAS CATÓLICO

http://noseascatolico.blogspot.com



del blog índice LAS SOTANAS DE SATÁN

FIN








fin